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Ejercicio y riesgo de caer enfermo

Por lo general, el ejercicio físico moderado y de forma regular desciende la susceptibilidad a caer enfermo si se compara con mantener un estilo de vida sedentario (Matthews et al., 2002; Nieman et al., 2011) (Figura 1). No obstante, las sesiones intensas o prolongadas de ejercicio provocan una depresión de varios aspectos del sistema inmunológico un tiempo después de dicho entrenamiento (desde 3 hasta 24 horas), dependiendo especialmente de la intensidad y la duración de este (Walsh et al., 2011) (Figura 2).

Así, varios estudios indican que en los días posteriores a competiciones de resistencia duras y de larga duración (maratones, triatlones, etc) se incrementa la incidencia de síntomas de resfriados o infecciones respiratorias agudas (IRA) (Nieman et al., 1990; Petters et al., 1983), aunque también pueden ser debidos a una inflamación de las vías aéreas superiores (Spence et al., 2007). En este sentido, se ha demostrado que en períodos de entrenamiento duros o intensos, así como de competiciones importantes, la función inmune se ve afectada, posiblemente debido a un aumento de las hormonas del estrés (p. ej. Cortisol y adrenalina), alteraciones en el equilibrio de las citoquinas pro/anti-inflamatorias y el aumento de radicales libres. Asimismo, se ha podido comprobar que la depresión inmunológica post-ejercicio es más importante en entrenamientos continuos de más de hora y media, de intensidad moderada a alta (55-75% VO2máx) y realizados en ayunas (Gleeson, 2006). No obstante, se pueden tener en cuenta diversas estrategias preventivas prácticas sobre el estilo de vida y la nutrición que pueden ayudar a reducir el riesgo de infección (Walsh et al., 2011) (Figura 3).

Una vez ya producida la infección o el resfriado, las personas que practiquen ejercicio físico deben seguir una serie de pautas durante este proceso infeccioso (Ronsen, 2005):

  • Primer día de enfermedad: Evitar el ejercicio intenso o las competiciones cuando se tenga dolor de garganta, tos, secreción o congestión nasal. Evitar todo tipo de ejercicio cuando se tengan síntomas de dolor muscular/articular, dolor de cabeza, fiebre y sensación generalizada de malestar, diarrea o vómitos.
  • Segundo día: Evitar el ejercicio en caso de fiebre, diarrea o vómitos, o si la tos aumenta. Si no hay fiebre ni malestar general o en la zona de la garganta, se puede realizar ejercicio a baja intensidad (frecuencia cardíaca <120 ppm) durante 30-45 min (evitando el exterior en clima frío).
  • Tercer día: Si la fiebre y los síntomas de IRA (o infección gastrointestinal) siguen presentes, consultar al médico. Si no existe fiebre ni malestar ni empeoran los síntomas iniciales, se puede realizar ejercicio a intensidad moderada durante 45-60 min, preferiblemente en lugar cerrado.
  • Cuarto día: Si no existe una mejora de los síntomas, no se debe realizar ejercicio y se debe ir al médico. En caso de que este sea el primer día en que se nota una mejoría, se debe esperar un día sin fiebre y una mejora de los síntomas de IRA o gastrointestinales antes de volver a entrenar.
  • Finalmente, se debe paralizar el entrenamiento y consultar al médico en caso de un nuevo episodio de fiebre o que los síntomas iniciales empeoren, la tos persista o exista dificultad respiratoria durante el ejercicio. Se debe observar detenidamente la tolerancia a los incrementos de intensidad del ejercicio y tomarse un día más si la recuperación no es completa.

Javier Alonso Álvarez

Doctorando en Ciencias del Ejercicio y Salud
Técnico Superior FEDA en Fitness y Entrenamiento Personal
Máster en Rendimiento Deportivo y Salud

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