Suelo pélvico e incontinencia

El suelo pélvico es una región del cuerpo situada en la parte inferior del tronco que forma el fondo de la pelvis, donde se reúnen una serie de  componentes y órganos pélvicos como la vejiga, los intestinos, el útero, la vagina y el recto. Los músculos del suelo pélvico (MSP) tienen la función de ofrecer apoyo estructural (sostén) a los órganos de la pelvis, soportar el aumento de la presión intraabdominal y proporcionar control de los esfínteres de los orificios perineales. Además, juegan un papel importante en la función sexual y reproductora (Calais-Germain, 1998; Kisner & Colby, 2005; Mata et al., 2010). Los MSP mantienen a lo largo del día una contracción constante, excepto durante el momento de orinar o defecar y, además, podemos contraerlos de forma voluntaria tras aprender a realizarlo adecuadamente con una buena técnica. Cuando los MSP no tienen una función correcta por una pérdida de fuerza o tono muscular, se puede producir incontinencia urinaria y fecal, prolapsos vaginales o dolor y disfunción sexual (Bø, 2004; Bump & Norton, 1998). Entre las personas que tienen un mayor riesgo de padecer problemas del suelo pélvico se encuentran:

  • Mujeres embarazadas o que han tenido un bebé recientemente.
  • Mujeres que ya han tenido un bebé.
  • Mujeres que van a tener, o ya han tenido, la menopausia.
  • Mujeres que han tenido una operación ginecológica (p. ej. Histerectomía).
  • Hombres que han tenido una operación de próstata
  • Personas activas que practiquen deportes de impacto (p. ej. Running, voleibol, atletismo, gimnasia, etc).

Dentro de la incontinencia urinaria existen diferentes tratamientos, donde el entrenamiento de los MSP se ha demostrado efectivo en más del 50% de los casos (NICE, 2006). Este entrenamiento entró en la medicina moderna en 1936 por Margaret Morris como una opción de tratamiento y prevención para la incontinencia urinaria y fecal (Price et al., 2010). Años después, en 1948, el profesor de ginecología Arthur Kegel, estableció de forma regular su práctica (Kegel, 1948). El entrenamiento consiste en la contracción repetitiva de los MSP en un movimiento de “apretar y mantener”.  El objetivo des mejorar el tiempo de mantenimiento de la contracción así como aumentar la fuerza y la rigidez de los MSP.

Transverso del abdomen

En la actualidad existen disciplinas que se basan en el entrenamiento de la musculatura profunda abdominal, en particular el transverso del abdomen (TrA), para entrenar indirectamente los MSP. Es cierto que durante una contracción del TrA existe una co-contracción de los MSP (Sapsford & Hodges, 2001; Neumann & Gill, 2002). No obstante, cuando se trata de mujeres con incontinencia urinaria, esta co-contracción se pierde o se ve alterada (Bø et al., 2003, Jones et al., 2006a; Jones et al., 2006b; Smith et al., 2007). Además, no existen evidencias que demuestren que el entrenamiento del TrA mejore la fuerza de los MSP (Bø et al., 2009) y el hecho de sumar el entrenamiento del TrA a un programa de entrenamiento de los MSP parece que no aporta beneficios adicionales (Jones et al., 2006b, Dumoulin et al., 2004a, Dumoulin et al., 2004b). Para reestablecer la función de los MSP se aconseja seguir las recomendaciones centradas en la contracción directa de los MSP (Bø et al., 2009; Wilson et al., 2005).

Entrenamiento progresivo de los MSP

Para mejorar la función del suelo pélvico, se recomienda realizar un entrenamiento progresivo de los MSP. Así, se pueden realizar de 8 a 20 contracciones 3-10 veces al día o incluso hasta 500 contracciones al día. Además, se recomienda mantener cada contracción entre 4-30 segundos (Dumoulin & Hay, 2010; Peschers et al., 2001). Estos ejercicios pueden realizarse sentado/a, de rodillas, de pie, tumbado/a o incluso de pie con las piernas abiertas. Una vez se controlen las contracciones durante estas posiciones, se pueden incluir durante la realización de ejercicios como caminar o ejercicios de entrenamiento del tronco. Con el objetivo de tratar la incontinencia urinaria, la duración del entrenamiento específico de los MSP suele estar entre los 3 y los 6 meses (NICE, 2006). Asimismo, no sería necesario, aunque sí deseable, ejercitar los MSP durante toda la vida (Price et al., 2010).

Javier Alonso Álvarez
Doctorando en Ciencias del Ejercicio y Salud
Técnico Superior FEDA en Fitness y Entrenamiento Personal
Máster en Rendimiento Deportivo y Salud

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